miércoles, 25 de febrero de 2015

La maldición de Göreme. Historias que se retrasan; historias que vuelven; historias que empiezan.


Déjame que responda a esa cuestión: sorpresas; gratas e infaustas sorpresas. Aquellas que nunca nos dejarán indiferentes; que nos harán plantearnos aún más preguntas. En ese giro constante, hubo un tal Coriolis empeñado en hacer ver al mundo que para alcanzar una meta, como el viento, estaremos condenados a dar un rodeo. Así, muchas veces, cuando estamos seguros de hacer realidad lo planeado, las nubes hacen perder de vista el objetivo y hacernos pensar que estamos más lejos que nunca de él.

Ya que dicho efecto “nada” tiene que ver con el agua o el viento en respuesta al giro planetario, permítanme  ponerle nombre a semejante fenómeno: será la maldición de Göreme.
Göreme es un maravilloso pueblo situado en el corazón de la Capadocia. Se trata de uno de los principales núcleos turísticos de Turquía, por su legado histórico y su singular paisaje. Si había un lugar en este país que más deseaba visitar, ese no era más que éste. Sin embargo, cualquier supersticioso habría abandonado toda esperanza de poder viajar a la Capadocia, cuando, siempre que tenía planeado dirigirme a ella, surgían catastróficas desdichas. La primera vez, el coche en alquiler que tenía reservado, sufrió un accidente de tráfico (nada especialmente raro en Turquía) la noche anterior a la recogida y partida. Primer aviso. La segunda vez, caí gravemente enfermo a causa de una infección bacteriana, la cual, me tuvo tres días “delirando” con 40ºC de fiebre, más dos días con 38ºC, de propina. Podríamos contar terceras ocasiones los fines de semana siguientes, ya que, dicha infección no sólo había afectado a mis cavidades paranasales, sino, más gravemente a mi bolsillo. No habría manera de salir de Ankara hasta que no cobrara y me recuperara económicamente, lo que tardó aproximadamente un mes y medio a partir de aquel momento. Pasado por fin ese tiempo, tuve que jugar a engañar al destino (¿o éste me engañó a mí?) para armarme con la inseparable mochila y dirigirme rumbo a la estación de autobuses. Inicialmente me dirigía a otro lugar, mas esa “fatídica noche” no parecía haber billetes para ninguna parte. Coriolis o Göreme hacían acto de presencia de nuevo. Sin embargo, tal vez la magia o el empecinamiento de quien no cree en esas cosas, hicieron que pudiera inventar una escala milagrosa a Nemrut, cuyo regreso, no en vano, me harían pasar por la soñada Capadocia. El destino, enterado de aquello, sintió una tremenda sed de venganza: en el autobús que me llevaba a Nevşehir, última escala para Göreme, un té recién servido cayó sobre mi barriga, abrasándola. También, un par de caballos, ya en tierras de hititas, me hicieron jugar un par de malas pasadas. Sin embargo, todo esto será una futura historia.

Expuesto el efecto Coriolis o la maldición de Göreme, ahora viajamos al aeropuerto de Estambul, un 3 de Febrero de 2014. Ha anochecido, y previo a aterrizar, el avión nos había regalado unas increíbles vistas de la ciudad iluminada a los pasajeros. Tan grande es, con sus más de dieciséis millones de habitantes, que los límites de esta metrópolis se pierden de vista, a excepción de los establecidos por el Bósforo y el Mármara, generando un contraste de luz y oscuridad; asombro y temor. El pequeño aventurero viajaba muy lejos, mas la meta era bien distinta: alcanzar Turquía; encontrar trabajo; forjar una nueva vida. Sin los colchones o los pinchos de una familia; sin la música (al menos por un tiempo); sin muchos círculos, y a pesar de todo, con la presencia de un gran amigo (a juzgar por sus méritos) esperando en Ankara – No iba a estar solo al fin y al cabo – me dije.

Una vez pisé el aeropuerto de Estambul no conté con Göreme, el cual se había disfrazado con forma de control de pasaporte. Todas las luces de la ciudad se volvieron sombras al saber que, la eterna espera en la cola del control, me habían hecho perder el vuelo con destino Ankara. Por un instante, la soledad se había convertido en una perversa compañera; más adelante hablaremos de ella. Sin conocer el aeropuerto, no sabía de antemano que el aeropuerto poseía una terminal para vuelos internacionales y otro para nacionales. Quizás, sabiendo esto habría podido coger ese vuelo, el cual aún lucía en los carteles con un inquietante “Last call”; sin embargo lo más sensato habría sido escoger una escala con mayor tiempo de espera entre un vuelo y otro. El mundo se hizo enorme y me sentí tremendamente pequeño; miré atrás, fingiendo vislumbrar el pasado, allá en el confort de lo seguro y conocido: allí estaban amistades; noches de concierto; amores del pasado; experiencias inolvidables ¿Éste era su final? Respirando hondamente, abandoné esa espiral de ansiedad y me dirigí al lugar que sabía, debía encontrar.

La compañía aérea, tenía su oficina abierta, y sus empleados, por suerte, hablaban inglés perfectamente. Todo cuanto debía hacer era esperar al siguiente vuelo con destino Ankara, que partiría tan sólo una hora después. No iba a ser un grave problema al fin y al cabo; algo tan insignificante no iba a destruirme. No obstante, aquel segundo vuelo resultó ser mucho más sombrío: las azafatas y el capitán sólo hablaron en turco. Estuve relegado al último asiento del avión, temeroso de que éste se llenara por alguna circunstancia y tuviera que abandonarlo en espera de otro donde sí hubiera libre. Tras el despegue, sabía que había abandonado Europa para introducirme en Asia, viajando desde un túnel donde nada se podía divisar hasta que pudiera salir de él. Incertidumbre; dudas; impaciencia; espera.

Algunos de los pasajeros me miraron con curiosidad; yo también a ellos. Bienvenido a Turquía; un lugar muy alejado de la natal España. Tu nuevo hogar ¿Llegarás a sentirte como en casa? Mejor dicho ¿Podrás hacer una casa? Poco había podido arrancar de mi identidad material, para no exceder los 30 kilos de peso permitidos en el equipaje. 30 kilos que sufrieron además del efecto Coriolis, disfrutando de un día de vacaciones de más en Estambul ¡Magnífico! (23/02/15)

Daniel Villanueva
Fotografía:
Göreme de noche, un 18 de Mayo de 2014

sábado, 21 de febrero de 2015

Partida. Prólogo de un ensayo de aventuras.


Muchos pensamientos precisan de reflexión; otros sin embargo deberían escribirse nada más se idean ¿Qué hacer cuando una vez ha transcurrido casi medio año de incontables experiencias, todas se agolpan y no se sabe definir cuando terminan algunas y otras comienzan?

Cientos, miles… incontables individualidades de vidas compartidas pululan en sus independientes mundos en el aeropuerto de Schiphool. Todos aguardan unos instantes de inconexa convivencia el momento de sus inminentes capítulos; una parte quizás estarán en mitad ellos ¿Es esto así? La vida humana pues, es aquel libro cuyos capítulos se escriben a la vez: unos concluyen; otros no. Sin embargo, habrá tantos finales como uno los sienta.

Semejante disparidad global, del mismo modo que aleja el argumento de este ensayo de aventuras, igualmente lo acerca a su contenido. Pues ¿qué son las vivencias sin los sentimientos? Una roca puede ser todo lo que un consciente o subconsciente quiere decir: para unos pueden ser simples piedras; otros los llamaron oro o diamante. Sentimientos; emociones… sanos e insanos; justificados e imposibles.

En este mismo día, mi cuerpo , mente y corazón se hallan impacientes y dispuestos a cerrar el capítulo que alguien, llamado “Nadie”, quiso nombrar Turquía.

No sabría fijarlo en el tiempo, y es por ello que preciso de un cajón de sastre fabricado para recuerdos… cuando, en un baúl llamado “Infancia”, un niño como otro cualquiera; alguien muy querido y especial para este humilde narrador y pobre poeta; el mismo que hoy empuña este bolígrafo que tarde o temprano perderé… sentado frente al televisor viendo una gran película, concibió un gran sueño: nació en él el concepto fantástico y a la vez real de vivir mil y un aventuras (17/06/14). Preso de esa irrealidad, los años forjaron férreas ideas acerca de un estilo de vida difícil de entender; pues cuando el mundo gira en un sentido, es difícil hacerlo en el contrario y pretender arrastrar al mismo planeta. Eso, sería algo que tardaría mucho en darse cuenta.

Un lunes 3 de Febrero, mi mirada se dirigía a la encrucijada que resolvería grandes preguntas. Turquía – dijo “Nadie” – Turquía – dije (24/06/14). Fue entonces el final de una anunciada despedida; exactamente cuando las lágrimas de un padre precedieron al adiós de un hijo. Tras el control de seguridad, no existían más compañeros. Sólo la mochila y mis pasos hacia un mundo nuevo; un mundo que a veces se resiste, o que al menos intenta dejarnos fuera de juego (16/02/15). Había empaquetado miles de recuerdos, en contraste con el escaso volumen de equipaje. Sentí nostalgia; preocupación… e incluso miedo ¡Cuán raro se hacía viajar sin fecha de regreso! ¿Acaso no debía estar acostumbrado al hacerlo frecuentemente con mis sueños? ¿O es que verdaderamente volaba cuando habían aterrizado, por vez primera, todos ellos?   Turquía – dijo “Nadie” – Turquía – dije. Turquía es viajar al alba, mas sin embargo se hizo de noche. Pero ¿he de contar esto ahora, o quizás sería mejor contarlo en el capítulo venidero?

¿Qué tendría reservado el tiempo? (16/02/15)


Daniel Villanueva
Fotografía. Pensamiento 1:
 Y vi a través del cristal; o tal vez fue a través de un espejo…
 el pueril resultado del cuerpo ¿qué hay en él si no existen emociones?
 ¿Cómo se sienten? ¿Se auto-condicionan? ¿Pienso demasiado?

viernes, 14 de marzo de 2014

Farewell

So close after this turn of life
You look behind, with sorrow.
Real tears under chains dreaming with your eyes
Saying farewell from the hollow.

No one expected to take your hand
When time wants to break it all.
I used to trust but in this hell
I refused to believe in any god.
You gonna fight but in this sand
Fate sinks your stronger hope.
You renounce; this is the end
Of a question: only there’s a road.

No one expected to take your hand
When time wants to break it all.
I used to trust but in this hell
I refused to believe in any god.
You gonna fight but in this sand
Fate sinks your stronger hope.
You renounce; this is the end
Well you know ¡Rest!
Tomorrow starts again your road

There’s a dreamland
You fight to reach the doors,
Is not enough; Is not enough.
Force is weak now
You climb under a waterfall
Is not enough; Is not enough
¡Come on! 

Long time you left the lake
Our ilusion; our hopes.
From the river I guess see the dead
Tonight.



Daniel Villanueva
13/03/14

miércoles, 12 de febrero de 2014

Those Years

  Cuánto puedo alegrarme al poder mostrar la poesía convertida en música. Si bien la batería ha sido y será mi instrumento principal, esta vez dejé las baquetas sobre la caja para sentarme tranquilamente frente a una guitarra acústica y dejarme llevar por un mundo de acordes y de melodías. 

 Espero que disfruten de este viaje; un viaje que promete regresar no es formato single, sino como álbum. Y sin más palabras, espero que disfruten de esta canción: Those Years ...


Rainy nights
Silver rays riding the sky;
In the sand
Grains extinguish all the light.
See this clock!
See some mountains covering lifes.
Heavy rain,
Burying us like tides.

But this curse always black-dressed by our eyes
It got small because sometimes we rise
Up to the hill of memories and dreams;
A paradise, thanks to you I’ve seen.

Up, to the stars
I left my leyend high,
My friends, some pieces from my heart…
Today lovely I recall.
Don’t mind your scars,
They remember what you’re;
The way you found your Neverland
And the matter of your goals.

Tell me life
How to change what I did wrong?
If after all
I’ll find again love.
Photographs,
Buried to come back in time.
A rain of tears
Drowning all inside of my…

Memories, that coming back to stay alive;
From all those years, when you were mine.
Now today this black & white vision just face
The paradise, we abandoned with hate.

Up, to the stars
I left my leyend high,
My friends, some pieces from my heart…
Today lovely I recall.
I’m sure that now
Will be hard the way I walk
The path to found the Neverland
And the meaning of my goals.
Daniel Villanueva
22/04/13 - 06/08/13

 Those Years, por Daniel Villanueva: descargable en las principales plataformas digitales de descarga musical: I-tunes, Google play, Spotify...


martes, 31 de diciembre de 2013

Ser o estar (Valoraciones de un año 2013)


 No he estudiado una carrera de filosofía; tampoco cualquier tipo de filología... y es por esa razón que hasta hoy nunca me paré a pensar en ello ¿Por qué los primeros verbos que estudiamos (en cualquier idioma) son el "ser" y el "estar"? Valga mi atrevimiento si el tercero es el "ir". Cualquier ente superficial sería incluso capaz de advertir que son los tres más usados; tanto que ya están presentes en este ensayo. Mas cuán profundo son ellos...

 Todos, al mirarnos al espejo y percatarnos de nuestra existencia, somos conscientes de muchos de los lugares y situaciones en las que estamos; de todo cuanto somos. Y a veces... es el pretender ser el que nos hace ir, sin saber si estamos o somos. Es más: su frecuencia es mayor de la que esperamos ¿Sabrías responder quién eres? ¿Sabrías decirme dónde estás? ¿Hacia dónde te diriges? ¿Es tu ser o la proyección de tu ser? ¿Donde vas? En este puzzle sólo se me ocurren dos palabras para globalizar este esquema en la lección de idiomas:

 - Soñar: el detonante que nos impulsa a viajar para estar donde queremos y confirmar que somos como suponemos.
 - Experiencia: ese temible corrector ortográfico que al escribirse, a través de ella se filtran o modelan los sueños. Daría miedo profundizar en ella, pues ¿no serán los sueños más que un artificio de la experiencia? ¿Seríamos entonces artificio? ¿Estamos entonces donde deberíamos?

 Hundido en la primera, y espero última, gran depresión, una psicóloga me dijo que en la vida afrontamos ciertos puntos encrucijada: unos puntos temibles, donde la vida puede llegar a ser una auténtica incertidumbre y es frecuente que todos aquellos que lo pasen se vengan abajo. Por aquel entonces, todo cuanto se había empezado a escribir no era más que el prólogo a la rotonda donde se encuentran múltiples y múltiples salidas. Aquellos días de depresión coincidían con el plano del primer cartel: un esquema tan falso como definido, pero imprescindible a la misma vez ¿Qué camino escoger si realmente no se sabe el rumbo? O mejor dicho: cómo hacerlo, si realmente buscas descubrir varios. A punto de escapar de la glorieta, soy consciente que las calles, avenidas o autopistas sólo son una selección de grados de los 360 posibles; más da igual qué camino escojas, que no necesariamente puedes llegar al destino deseado: el camino puede estar mal señalizado; el coche puede estropearse; la carretera puede venirse abajo. Todo es cuestión de probabilidad: que algunos lo hayan conseguido no quiere decir que tú sí. Y también ¿Es necesario pasar por ciertos puntos para alcanzar lo deseado? ¿Qué hacer cuando ves un camino dibujado y sin embargo observas una radiante señal de trafico indicando la prohibición de su paso?

 Un día un niño quiso ser aventurero: por suerte pudo vivir mil y un aventuras, pero su sed de más le hacían y le hacen seguir buscando mundos y retos nuevos; otro día este niño, más bien adolescente, descubrió la banda sonora que recorrería los fotogramas de su película. Absorto en la música quiso convertirse en pista de audio; mas qué difícil es ser música cuando alrededor todos demandan una imagen. 

 También, en ese camino pudo descubrir el amor ¡Amor verdadero! ¿Es necesario explicar más el significado de esta palabra? Hace mucho tiempo en Europa, ancestrales pueblos paganos se reunían en lo alto de una montaña nevada para poder despedirse del frío y mortal invierno, más recibir a la próspera y vital primavera. Así este resurgir mágico madura en un cálido verano que cederá irremediablemente al otoño. Las estaciones unos años son más largas y otras más cortas. Dependen también de la región sin duda: no todas las estaciones son iguales en cualquier lugar. Pero el otoño... 

Otro día un sabio, no el primero que llegó a pensar esto (pues tampoco yo he sido el primero en divagar acerca de aquello que escribo)... vino a recordarme; o mejor dicho a aclararme la gran realidad del invierno: "nacemos con todo... y poco a poco, vamos dejando por el camino objetos, valores y personas, hasta que somos nosotros mismos, los que... con mucho, poco o nada... nos levantamos y nos marchamos ¡Qué sano, pero difícil es, el poder aprender a despedirse de las cosas!"

 En el año después de haberme despedido de uno de los seres más preciados, 2013 ha sido un periodo de próspera e inquietante calma. El centro de la tormenta tal vez; o el inicio de la reconstrucción del nuevo pueblo. Es 2013 el año de grandes vivencias personales; de grandes hazañas musicales. No es necesario decir que en la escala de valores comerciales mi vida no ha repercutido en nada; pero ¿quién quiere venderse? Si ese joven un día fue infiel con su pareja, ese otro amor era el incondicional por los otros caminos que tanta atención le llamaban: su banda sonora, a veces sin pista y nunca con disco. La amistad sana, sin miedos ni condiciones. Su verdadero amor no era una mujer malvada ¡Nada de eso! Simplemente no era la mujer adecuada; no era quizás el momento indicado. Si bien fue duro el recibimiento de aquel invierno, aprender a poder despedirlo fue tan tardío como necesario.

 ¿Qué poder esperar de 2014? La radio muestra interferencias; posees una caja con mucho amor, que sin embargo se tambalea en el asiento trasero del descapotable, cuando los baches más acechan; el giro de volante es inminente, y si bien no sabes donde realmente te lleva el camino... es tu pulso y la confianza en saber dirigir el volante los que te hacen continuar sin dudar. 

 Tal vez ésta sea mi primera lección de idiomas en Turquía: la diferencia entre ser, estar e ir; sus pros y sus contras. Saludos y despidos. Experimentar, soñar... y el significado de una palabra más: la esperanza. 

 Feliz año nuevo; feliz nuevo ciclo. 


 Daniel Villanueva
31/12/13
Sin realmente saber si éste es uno de los pocos ensayos que hago,
o todo lo que he escrito, compuesto y tocado hasta ahora...
no ha sido más que un ejercicio de lo mismo.