sábado, 22 de noviembre de 2008

El Creador de Sueños (Capítulo 16) El Sendero Azul

Todos coincidieron al elegir como mejor poeta al Creador de Sueños, mas nadie negó otorgar la excelencia de la pintura tras el recio y prosaico carácter del Destino. No había nada más real que un lienzo pincelado por sus manos; no había pincelada más certera ni tono más parecido. Cual extracto de la realidad, sus cuadros a menudo completaban sus escritos, y así estos adquirían cierto colorido para alivio del puño por siglos de tinta ennegrecido.

Sin duda aquella grisácea mañana merecía apartarse al completo de los largos manuscritos. No andaba su estancia en muy buenas condiciones para dedicarse serenamente a la pluma y al libro, con tanto papiro disperso tanto en la mesa como en los alrededores de una estantería tras ésta, donde pensó que tal vez el Creador había escondido el pergamino de su historia junto con aquel tan requerido.

Sereno y altivo, poco a poco el Destino fue aproximándose a un lienzo aún libre del característico olor acre de la pintura, capaz de deslizarse por la garganta desecando sus fluidos. Tan solo un poco a la derecha del caballete se situaba una mesa repleta de todo tipo de colores, no obstante dominada por tonos azules, que había de todo tipo: azul crepúsculo y azul alba; azul marino, celeste, y azul descolorido; había tonos azules para la noche, para el hielo y la nieve, más para las flores del camino; había azules muy intensos cual destello de luces, mas otros desprovistos de fulgor, cual tono oprimido; existía el azul omnipresente y el azul más tímido... más todos ellos servirían para trazar en el dibujo un camino, motivo del título del cuadro, que ya en la parte trasera del lienzo claramente había sido escrito: “El Sendero Azul. Autor: el Destino.”

Labrado por trineos y caballos, atravesando un grueso manto de nieve se abría refulgente aquel ondulante trazado en medio de solemnes y esqueléticos tilos. Frío e inerte resplandecía el hielo de los bordes del camino, el cual se elevaba cincuenta centímetros sobre el helado, marrón y blanquecino pavimento, que marcaba un hipotético suelo, no obstante varios centímetros hundido.

Muy a lo lejos, entre livianos montes cubiertos por tilos desvestidos parecía percibirse un pueblo camuflado por sus techos argentinos que la nieve y el hielo habían construido; muy cerca, cuatro caballos empujaban un oscuro trineo-carruaje, por cuyas ventanas un anciano observaba la intemperie pensativo.
– ¡Deje de pensar, maldito viejo! – increpó aguda y molesta la bífida garganta de su esposa – Aún no puedo creer que en mitad de la obra me hayas arrastrado cual chucho sarnoso a la perrera, ante el asombro del público al que servimos.
– ¡Cállate, zorra infesta! – contestó Piotr, desviando su mirada hacia ella.
– ¡Piotr! – Chilló cual estrambótica trompeta a escasos centímetros de un oído – ¿Pero no te das cuenta? ¿Acaso la ceguera te ha impedido ver cuántos clientes hemos perdido? No has dejado siquiera tiempo para las disculpas, pues aquí estamos en medio de la nada rumbo a un mal presagio que has tenido.
– Rumbo al augurio que por tu culpa y capricho se ha mantenido ¡Yo jamás quise a ese niño!
– ¿Y qué se supone que vas a hacer cuando veas a tu hijo? – preguntó ella, mostrando una gama completa de gestos agresivos – ¿Degollarlo o abrazarlo para evitar cualquier auspicio?
– ¡No, no! ¡Déjame en paz! ¿Vale?
– ¿Cómo dejarte en paz? ¡Me has arruinado la noche, y todo porque en la butaca te has quedado en tu borrachera dormido! No sabes la vergüenza que he sentido cuando todos escuchaban tus ronquidos. Y ni qué decir cuando gritaste al despertar y me agarraste de la cabeza para llevarme contigo ¡Esto lo pagas fijo!
– ¡Haz el favor de callarte! – Gritó Piotr, alzando la mano para abofetear a su mujer – Y no hagas que repita esto otra vez .

– Repetir – pronunció sereno el Destino, con la mirada fija en el cuadro que había concluido – Repetir – dijo nuevamente mientras exhalaba un leve soplido con el fin de secar el óleo, fresco y mefítico, que la tela aún no había absorbido. Raudo se dispuso a montar un segundo caballete a la derecha del cuadro concluido. Del mismo modo tras el lienzo, junto con su firma añadió el mismo título: “El Sendero Azul” ¿Mas por qué no había nieve en ningún resquicio? El azul del gélido hielo en un manto de vívidas y diminutas flores se había convertido. El techo abovedado de un espeso y verde bosque rebosaba vida, y en medio; únicamente en medio... un sinuoso y estrecho camino del color de la tierra se abría hacia un inminente infinito. Incluso el Destino, inmerso en sus apasionadas pinceladas, creyó en su imagen escuchar el cantar de algunos pajarillos. La trampa ya había sido dispuesta, y pronto su presa acudió en busca de aquel reclamo tan vistoso y colorido – Tal vez el Creador de Sueños sea la viva imagen de la belleza, pero aún así mis cuadros son capaces de representar lo más bello que en el mundo ha existido ¿Cómo una presa enterrada en la más absoluta oscuridad del mundo va a advertir diferencias entre caminos? ¡Corre Andréi por la vereda, y acude al palacio del cual huiste con el corazón dolido! ¡Corre, ahora que el Creador de Sueños no sabe cómo canalizar tu destino! ¡Corre! Pues no dispondré de tus papiros, mas mis pinceladas al igual que los trazos marcarán tu camino, cual desfiladero condiciona a las ovejas.

Durante un instante Andréi dirigió la vista atrás, dudando si debía proseguir, o bien si sus pasos deberían retomar el sendero hacia atrás. Quisiera o no, tenía que reconocer cuánto los sueños le habían influido; incumbía admitir que el diccionario nuevamente había sido abierto para adentrarse en aquel mundo infinito.

Preso de la monotonía; preso del pincel
En azules veredas marcha Andréi otra vez
¡Dese prisa! Pues el ocaso viene tras usted.
El verde y azul será gris y púrpura…
Luego un negro vergel.
No olvide que se halla en el reino de los sueños,
Y acá siempre estará a salvo su merced.
No obstante de qué sirve hallarse perdido…
Marche pues durante el día, mi amigo.

Tras un largo caminar, finalmente surgieron las primeras casas que precedían a la aldea, coronada por el palacio del rey.
¿Qué ven mis ojos?
¿No es él Andréi?
Un continuo murmullo siempre iba acompañando el transcurrir de los pasos del joven, quien poco a poco iba ascendiendo por las intrincadas calles de frías y húmedas losas que conformaban desordenadamente el pavimento, cual arrugado mantel. Pocos le prestaron más atención que el rumor. Raudos desmantelaban tiendas y comercios; presurosos los caballos eran conducidos a las cuadras, mas los niños entraban en sus casas, al igual que labradores y ancianas.

Las calles quedaron finalmente sombrías y desiertas, únicamente iluminadas por los candiles y las chimeneas procedentes de las propias casas. Mucha más luz parecía proceder de los enormes ventanales del palacio, con sus paredes doradas.

Tras llegar a la plaza de armas, Andréi comprobó que las compuertas del palacio no estaban del todo cerradas. Nuevamente proyectó una mirada hacia atrás, como si intuyera la sombra del pincel que hacia el interior le empujaba; como si advirtiera el desgaste de la superficie por las innumerables varillas tintadas. Sin duda el palacio, pese a estar bien iluminado, resultaba ser más inhóspito y sombrío que en la visita anterior: esta vez no había dioses en las flotantes banquetas; sólo la figura del rey de los Imposibles en su trono, y la de dos señores junto a él, que pronto advirtieron su presencia ¿Quiénes eran? Sin duda no existe cuadro sin la firma del autor, y a menudo existe una dedicación tras ésta, bien por devoción, o bien por una cuestión ajena. Muchos son los cuadros realizados por encargo, y buena parte de estos se realizan sin pasión ni entereza. He ahí al autor, el cuadro, y el comprador del cuadro; he ahí a dos furtivos escondiendo su rúbrica tras el marco, más huyendo por los pasillos del palacio.

¿Mas quién era el rey de los Imposibles? ¿Figura o espectador? Con la mano en la frente, fruncida por la preocupación, el rey decidió levantarse de su trono para saludar al joven Andréi.
– Creo que mereces mis disculpas – exclamó, levantándose el monarca mientras se postraba de rodillas ante Andréi.
– Sólo he venido a hacer una pregunta – zanjó rápidamente el joven sin atender a la petición de perdón – ¿Por qué yo? ¿Cuál es la razón por la cual he de recordar aquello? ¿Qué son los sueños? ¿Cuál es la intención del que dice ser creador de todos ellos? ¿Qué importancia puede tener la belleza del mundo, el teatro y las artes, cuando en el fondo… y no tan hondo como para olvidar estas realidades, yace un universo de desesperación y penalidades? La duda apremia, mientras mi corazón se despedaza en manos del odio y una locura perversa. Felicidad y fantasía; odio y realidades ¿De qué sirven los sueños, cuando al despertar el presente me abofetea con la maza de las verdades?
– Realidad y ficción – dijo el Rey – entre ambas te debates…
– ¡Sin rodeos! – inquirió Andréi.
– Sin duda tu vida ha sido causa de expectación, ya bien sea en tu mundo o en la noosfera, allá donde sueños y pensamientos navegan. Todos en este lado nos estremecimos al saber qué iba a ser de tu madre, y más aún al ver cómo evolucionabas dentro de ese ambiente de horror y calamidad.
– ¿Y por qué no intervinisteis entonces?
– De hecho lo hicimos – contestó inesperadamente su majestad – Casi un milagro fue que no murieras de hipotermia la noche del parto – espetó con cierto aire de orgullo y mérito – Ni qué decir de la obra del Creador de Sueños – continuó mientras se incorporaba del suelo y regresaba al trono para tomar asiento – Alertado por el crimen que estaba a punto de perpetrarse, rápidamente dio aviso a aquel que más podías importarle.
– ¿Quién? ¿Mi madrastra? – preguntó Andréi con sorna.
– ¿Qué dices? – exclamó el rey con un gesto repulsivo – Ella sin duda fue también abordada por el Creador de Sueños en forma de pesadillas y amenazas. Prueba de ello fue su acto de bondad, y el milagro que hizo que tus ojos hoy día sigan abiertos, y no cubiertos por una espesa maraña de telas de araña. No fue ella, Andréi, sino tu abuelo, quien muy a pesar nuestro no llegó a tiempo. Todos llegamos al escenario tarde, y por ello nuevamente he de decirte cuánto lo siento – tras aquellas palabras el rey de los Imposibles dejó transcurrir unos segundos de silencio, cual buen narrador, que no obstante se preparaba para rearmar su historia – Sólo nos quedó intentar cada uno una cosa, unos con fortuna, y otros con desacierto: Vladimir trató de encerrar en prisión a tu padre, mas su dinero y poder traspasaron con facilidad los bolsillos del tribunal supremo; tal y como te dije, aquella noche en la que probablemente de frío habrías muerto, presto acudí a abrigarte, expandiendo el aire caliente de la chimenea a tu habitación, cual brazo se introduce en una cascada de agua para alcanzar un fondo incierto; y el Creador de Sueños – proseguía el monarca suspirando – Quien más reiteraba que no merecías semejante castigo ni sufrimiento, borró de la faz de tu mente todo tipo de sueños para que no recordase tu subconsciente aquello. Imposible era salvarte de otro modo: menester era conservarte hasta un tiempo en que pudieras valerte por ti mismo y escapar del averno.
– Ahora lo entiendo – dijo Andréi.
– No del todo – añadió el rey de los Imposibles apenado – Sin duda el tiempo apremia.
– ¿Qué quieres decir?
– Andréi: debes marcharte inmediatamente. Quedarte en tu hogar puede suponer tu sentencia.
– ¿Y qué más da si con ello consigo vengar todas las inclemencias? No, Rey de los Imposibles… menester es someter a juicio a mi padre.
– ¿Acaso no lo intentó Vladimir siendo policía y teniendo pruebas suficientes como para encerrarle?
– No me refería a semejante tipo de juicio – exclamó Andréi embaucado en inicuos pensamientos.
– Ten cuidado, no vayas a caer en las redes del destino.
– ¡Bien sabe él quién merece justicia, y quién merece morir por asesino!
– Sin duda no le conoces – le advirtió el monarca.
– ¿Acaso existe? ¡Fenomenal! Otro inquilino.
– Prepara las maletas y abandona todo plan de guerra ¿No lo sientes? El final está cerca.
– Créeme que jamás he estado tan preparado para la guerra ¿No querían verme salvado de penurias y contiendas? Pues bien: vengan a ayudarme si lo desean – continuó Andréi con su bélico discurso – ¿No es el Creador de Sueños también artífice de los negros pensamientos? Que venga pues a mí con los más sombríos y perversos.
– No reside en él el deseo de concederte aquellos – respondió el rey abatido por los trazos del destino, quien poco a poco iba canalizando su historia a su antojo, y sin remedio.
– Pues que tiemble también él precipitándose al infierno ¿No eras tú, rey de los Imposibles, capaz de conceder un deseo?
– Más quisiera negarte esto, pero es cierto; es mi deber concederte dos al menos.
– Con uno me basta; el segundo ya veremos – dijo Andréi con los ojos ensombrecidos – ¿Puede ser usurpable el poder del Creador de Sueños? ¡Venga a mí su luz para ahogarla en sangrientos pensamientos! – sentenció – ¡Que arda el teatro, y que sus ascuas abrasen al pecador que abasteció mi desaliento! ¡Que arda el color, y un gris fantasmal torture las entrañas del asesino! En combustión… ardiendo.

¡Estrepitosas repican las campanas!
Suenan tambores de guerra no muy lejos.
¿Será capaz de vencer la rebeldía
Con el poder del Creador de Sueños?

Pobre de aquel que sin fuerzas se ha quedado,
Abandonado en la mar, frío y apenado.
Poco a poco los trazos van finalizando,
Y tarde o temprano en el sendero azul
Don conocidos se hallaran, alzando sus voces en fatal canto.

Firma pues al autor su cuadro;
Firmó pues el Destino, abandonando su cuarto.



Daniel Villanueva

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Tears For Dorian Gray

Bonjour!
Belle et faible femme.
Venez vous et donne moi ton coeur...
¡Merci madamme!
Trough this time I’ve watched
How much girls my eyes like,
My eternal young face destroy any life
Dishonoured by my disguise.
Look and see my portrait,
That’s the truth behind my mask.
Take your case, one last kiss baby.
Goodbye, bon voyage!

Don’t you leave more tears around you,
Or you will slide on disgrace.
How good I feel knowing that I have you
Prisioner of my chains.
Don’t you think one day I loved you,
You saw my mask so late.
I’m sure I’ll find the way without you,
So don’t you leave more tears for Dorian Gray.

Goodbye!

Confuse!
I’m sure you’re confuse.
Predez vous ton coeur épuisée,
Prendez vous ton coeur.
Diving on confusion,
Sur la mer qui tu as pleuré,
Outre marque se a fait dans la tétè
De mon portrait.
Look and see this demon
Qui me regarde ennervé!
There’s no way to solve my damages
God knows there’s no way!

Don’t you leave more tears around you,
Or you will slide on disgrace.
How good I feel knowing that I have you
Prisioner of my chains.
Don’t you think one day I loved you,
You saw my mask so late.
I’m sure I’ll find the way without you,
So don’t you leave more tears for Dorian Gray.

Goodbye!

- Respice post te!
Notre amour could be divine
- Look at my portrait
It’s just how I am.
- Si’l te plait plait pense en notre amour
En quelque chose j’ai fait pour vous...
- Au revoir! Au revoir!
- My tears are falling!

Don’t you leave more tears around you,
Or you will slide on disgrace.
How good I feel knowing that I have you
Prisioner of my chains.
Don’t you think one day I loved you,
You saw my mask so late.
I’m sure I’ll find the way without you,
So don’t you leave more tears for Dorian Gray.

Goodbye!



Daniel Villanueva para Absentia