martes, 24 de junio de 2008

El Creador de Sueños (Capítulo 10) Consilium Inter Munus

– Inicuos inmortales – protestó el Creador de Sueños – bien podría haberse abstenido mi amigo de conceder al monje sus designios. Así los dioses jamás jugarían a ser políticos.
– Ahorre sus palabras, pues éstas no hallarán ningún destino – irrumpió despóticamente Dios en aquel juicio recién concluido – Conoces la sentencia, y sus renglones serán cometidos.
– ¿Cómo diferenciar el sano juicio de la arrogancia y la tiranía? – gritó el Creador aún más enfadado.
– ¡Basta ya! – trató de zanjar Dios, haciendo aquel cráter aún más resquebrajar, lanzando casi al horizonte innumerables rocas ardientes, que estallaban al aterrizar.
– ¿Qué harás, mi dios enojado? ¡Lánzame a tus caballos, que por un colorido arco iris cabalgarán! ¡Arrójame al pozo de los resabiados obispos, y así contemplaré cómo se acuchillan cuellos y vientres con tal de recibir mi limosna y maná!
– ¿Cómo consientes semejante falta de respeto? – intervino el Destino desde el banco de la acusación – ¡Reabre el caso y procura una sentencia peor!
– Nuevamente interviene el amante de los hombres y de los animales ¡Escucha cómo ríen los ángeles del sarcasmo! – cortó el Creador de Sueños, haciendo surgir de la nada los ecos de unas siniestras carcajadas – Será tal vez mejor no dormir, no vaya a ser que las pesadillas invadan vuestros sueños.
– Digas lo que digas, la sentencia ya está escrita: el destino de ese joven me pertenece – increpó el Destino señalando a la defensa, levantándose amenazante de su cómodo sillón.
– ¿Y quién no pertenece a vos? – preguntó el Creador de Sueños con su peculiar ironía, mientras igualmente se levantaba del tosco asiento de la defensa, igualando la porfía – Parece ser que todos somos esclavos de la prosa; no hay lugar para mis versos ni...
– ¡Cállese, Creador! – intervino finalmente Dios – No se le han vetado esta vez sus versos, mas tendrás que hacer un giro de renglón.
– Bien sabes que con ello la vida del joven está en peligro, al tener que avisar al padre de lo que sucede en su hogar desde la prudente lejanía.
– ¿Acaso no existió peligro alguno cuando visitó al jardinero, concediéndole así al joven su petición? – nuevamente aquel volcán estalló agonizante en llamas con las carcajadas incesantes del juez, quien no admitía otro nombre más que Dios.
– Ríanse todos, ahora que están despiertos – añadió el Creador de Sueños colocándose su vistoso sombrero y sujetando tras ello su bastón – quién sabe qué verán cuando naveguen en mi reino... el Océano de los Sueños. Y ahora sin más parto a cumplir tan infortunado precepto. Sepan pues mi colosal decepción; sepan que los sueños a veces se diluyen, pero jamás desaparecen, y su poder comparado con el de un dios es mucho mayor. Sin más... ¡Hasta luego!


Daniel Villanueva

3 comentarios:

iNDigEstA dijo...

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. . .Son tuyos los relatos?

Daniel Villanueva dijo...

Lo son.

iNDigEstA dijo...

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. . . Ya vi tu respuesta también en mi blog, a ver si me los pasas....enteros!!!