miércoles, 16 de abril de 2008

El Creador de Sueños (Capítulo 5) Charla in Trascendente

– Cuán bien marchaba el proyecto, mas qué pronto el impostor escapó del renglón. Toda ley posee su trampa, más toda trampa atiende a una razón... odiosa razón, y odioso acto del padre de un joven que jamás ha visto con buenos ojos la luz del Sol. No bien bastaban tantos años de vacío interior; años en los que con mucha tristeza ordené vaciar sus pensamientos para evitar la confrontación. Ya veis, que incluso los sueños a veces fracasan, mas nuestra condición como tales nos hacen volver a nacer. Sí… es cuestión de tiempo para el definitivo renacer.

Presto reservaré esta carta de venganza para el Destino por su brazo a mis plegarias no torcer: cuán bellos iban a ser los versos que le dejé a él escritos, y qué poco amor al arte éste prosaicamente dejó entrever. No hay más que ver cuántas veces ha hecho arder maravillas con sus ociosas guerras; cuántos libros han sucumbido a la vanidad al transformar el papiro en ceniza yerma ¿Cuántas obras célebres habrán por siempre desaparecido? ¿Cuántas veces mi mente fue el principal motor director de esos hilos?

¡Por Dios, quien mi fiel amigo creó, que presto acudiré a él para interceder en las líneas que separan a Andréi del Destino!

– ¿Mas qué quieres que haga, Creador? – Retumbó una voz, cual rugido de mar en mitad de la tormenta, como únicamente sabía y aún sabe pronunciar Dios.
– A la vista está de lo acontecido, bien sabiendo tal y como soy yo – añadió el Creador de Sueños un tanto afligido – Aparta, sólo por esta vez al menos, a aquel quien sólo se empeña en rellenar tristezas al texto, donde bien dorados deberían figurar mis anhelados versos.
– Bien sabes, Creador, que a ti te debo gran parte de mi poder adquirido – dijo Dios en un tono cordial, y no obstante cargado del condicionante más divino – Pero hay otra deidad a quien debo atender correctamente, si no deseo que éste se enfade conmigo. Y ese no es más que el propio Destino, quien día a día se encarga de redactar vidas y vidas, todas ellas al unísono – continuó Dios hablando de él, como si nunca el Creador le hubiese conocido – Bien te enfadas con él al saber que su poder discuerda al completo con el universo donde te hallas vivo, mas los que no podemos escapar a sus males debemos ceder ante sus designios. Si no imagina cuántas iglesias podrían arder ¿Qué podría yo hacer si un día decide ensalzar con su negra prosa el ateísmo? ¡Calla, calla!– prosiguió Dios, quien dentro de su propia ansiedad parecía estar casi hablando consigo mismo – Sólo con pensar en ceder mi poder al sentido común y al raciocinio, me entran ganas de anegar el planeta hasta el Himalaya mismo.
– ¡No! Ahora no – exclamó el Creador muy alarmado – Es de mi saber que pronto construirán un buque por nombre Titanic, cuyos ingenieros le desafían a usted mismo.
– No dirás ahora que estás de acuerdo con esos cretinos – insinuó Dios exasperado – Ese buque se hundirá junto con su desafío.
– No es por ser piadoso, pues esa palabra a petición vuestra mi fiel amigo y yo te la cedimos, mas reconoce que ese deseo que le insinuasteis al Destino, rebasa el malsano capricho.
– Ahora es el Creador de Sueños quien da lecciones de moralidad – pronunció Dios con sarcasmo.
– Mi conducta siempre es moral – recalcó el Creador de Sueños – Humana, didáctica y moral, y si no me remito a mis propias creaciones y a su valiosa función. No hay más que ver cuán bien despierto la ilusión, la invención y el amor, mas cuántas veces aviso de un posible peligro, dando incluso a veces pistas para escapar en la mayor medida de lo posible del daño infringido.
– ¡Está bien! Todo sea por evadir lo que en mi mano no está – zanjó Dios en un estado muy irritado – Si lo que deseas es que Andréi postergue su cita conmigo, sea así pues. Dicho dictamen jamás será interpelado por el Destino.
– ¿Y qué será de los renglones?
– Eso ya, mi querido amigo, deberás procurar forzar la empuñadura de quien no gusta adornar con dorados unos folios que tal vez permanecerán por siempre en el olvido.
– En ese caso he de partir ya – añadió mientras se despedía el Creador de Sueños, recogiendo de la nada un vistoso bastón y un negro sombrero de copa, y desapareciendo al instante tras emitir un refulgente destello, capaz de deslumbrar al mismo Dios – La puerta será abierta – prosiguió un lejano eco – Pronto todos sabrán del verdadero poder del Creador de Sueños – Al finalizar aquellas palabras, el lúgubre paisaje donde Dios y el Creador habían mantenido aquella conversación, sucumbió al abismo. Por un momento la profunda noche en el mar, durante una tormenta de verano, cesó de iluminarse por siempre, más las agitadas aguas poco a poco se fueron calmando.
– ¿Cuánto tiempo queda para que Andréi cumpla veinte años? – preguntó Dios aparentemente sólo mientras las olas aún seguían agitándose en la negra noche, colmada de invisibles nubes.
– 6 años – contestó el Destino.
– Déjale al menos al pobre seguir leyendo libros – insinuó Dios pidiendo un poco de misericordia – Dice el Creador que ama en demasía el teatro; lástima que su abuelo en su lecho de muerte no le haya podido llevar. Por cierto: tráele conmigo.


Daniel Villanueva

No hay comentarios: