miércoles, 6 de junio de 2007

Relojes de Arena

Sólo, caminando en la tempestad navego.

Suaves tus labios,

Tan distantes de ellos me encuentro.

Y es en el despertar de un nuevo mañana,

En el despertar de un nuevo deseo...

Cuando ardiente y cargado de energías me encuentro

Para seguir luchando en este triste navegar

Hacia un sendero incierto.

Levanto la mirada sobre el horizonte gris:

Un horizonte de nubes y olas arremolinadas

Que en cólera se fundieron en una espuma blanca arrastrada por el viento.

Libero mis pensamientos para encontrarme con tu mirada:

Esa mirada febril y azarosa que tanto ha enturbiado mis pensamientos.

Recuerdo esos ojos grises tuyos capaces de fundir el hielo...

Esa cálida mirada avispada a la luz de la mañana

Y que en la noche alcanzar a distinguir de las estrellas no puedo.

Ven a mi barco y te enseñaré el rincón de los deseos;

Viaja conmigo a la Luna a navegar en los infinitos mares grises del sosiego;

Sube junto a mí al cielo y te mostraré al amanecer desde lo alto de la montaña...

Los secretos del mundo con el susurrar del viento.

Dormiremos en un manto de nubes y ellas nos arrastraran hacia un dulce sueño

De paz y amor, en estos tiempos tan inciertos...

Qué bonito sería despertar y ver cómo todo cuanto escribí era cierto:

Abrí mis ojos y nunca vi los tuyos;

Los cerré y en mi mente te había perdido...

Cómo seguir navegando en un barco sin velas en un mar calmo,

Donde un abrasador Sol me está haciendo perder el sentido.

A esta poesía perdida en las arenas del reloj del tiempo,

Sin remite al vuelo de una paloma que perdió su oficio,

Imploro que esa dama gris y capa al viento algún día la encuentre,

Pues mientras tanto, Yo... muero.

Daniel Villanueva

09/03/06

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