martes, 19 de junio de 2007

Invisibles




Imagina que un día despiertas apenas sin fuerzas,
y que todo camino llano es incluso tortuoso al andar
¿Qué hacer en un día como éste si no hay nada ni nadie en el hogar?

Fuera todos somos invisibles ajenos a un mundo que no entendemos, y por ello observamos atónitos cómo la nada puede cambiar: barriadas, recuerdos y edificios, pocos constan en el recuerdo de gentes, interesados sólo en el reciente despertar.

Pocas mañanas quedan para el desfile triunfal, mas por eso todas las he de aprovechar, quien sabe como suplicio o bien como recompensa y bondad.
Todo me duele: nada lo puede remediar

¿Sonará el teléfono? No creo... aún no es Navidad,
los niños se hicieron mayores, y nadie se acuerda de este pobre viejo bajo aparente felicidad.

¿Quién comprende a este anciano que nada entiende?
En migas reparto amor alimentando vivaces palomas que vuelo emprenden, mas nunca regresarán. El alma sufre; el corazón duele.

Sabio maestro a quien nadie atiende...
las palomas marchan, y nunca vuelven.
¿Qué clase aún queda por dar?
¿No hay alumnos? Bien: que aprendan los taburetes.

Náufrago de ciudad creador de nombres:
A partir de ahora esta silla se llamará Trinidad;
El canario Tabernero Alegre,
El jilguero el señor Robles.

Las tareas sucumben sin cesar: la noche cae... no queda más que el sonido de la tele. ¿Qué extraña felicidad en mi corazón crece? Un inusitado sueño en mi alma florece... Todo se vuelve tranquilidad... ¿Habrá mañana? Tal vez no...
¿Quién se ocupará del tabernero alegre?
Comienza el desfile triunfal... el final del presente.


Daniel Villanueva
13/12/06

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