Y bien, mis compañeros de noche, a quienes invitaré a una ronda más de café o té, pues en estas oscuras horas hacia el mundo de los sueños tendemos. Fue justo en este instante, cuando surgió la magia convertida en madera ¿Cómo es posible? Formuláis una buena pregunta:
Jamás sentí tanta efusión al esculpir aquella pieza singular de madera. El cincel casi parecía realizar una extraña danza al igual que mis atareados miembros. Incluso he de admitir que más de una vez de mis ojos brotaron lágrimas de pasión, pues aquella figura transformada y perfeccionada por el buril era puro sentimiento; aquel contorno ovalado no era más que aquello que latía y se hallaba en mí muy adentro... bien saben los sucios muros del taller cuántas veces dirigí mi mano izquierda al pecho, para así poder percibir los latidos de aquel que se estaba esculpiendo; para sentir su forma conforme las ondas de su impulso traspasaba la carne, y se difundían con velocidad por mis nervios a modo de calco para mi cerebro. Una talla exacta en tamaño y sentimiento; el mejor regalo que podría realizar en cuanto a excitación esculpiendo y a talento.
Larga fue la noche permaneciendo encerrado en mi sucio pero amado taller, contemplando aquel corazón que relampagueaba fruto de la tormenta que con su gélida lluvia arreciaba las ennegrecidas cristaleras de la estancia, donde me hallaba absorto e indispuesto. Poco me importaba el retumbar de los muros y vidrieras con el rugir de los truenos; al igual que la filtración de agua procedente del propio suelo, que con el crecer de los canales seguramente ya habrían anegado la Plaza de San Pedro. Mientras aquella pieza permaneciese apartada del enturbiado manto de agua que había inundado un palmo el suelo no habría ningún problema, y al alba, finalmente partiría al encuentro de aquella quien pensaba que disponía de todos los merecimientos para poseerlo.
Poco importaba que el agua me llegase hasta el cuello; mientras mi nuevo corazón se salvase aún seguiría admirándolo sin mover un dedo.
Daniel Villanueva
19/08/08
martes, 19 de agosto de 2008
lunes, 18 de agosto de 2008
May Be
May be
You smile because I talk
About this kind of thoughts
Behind which is my love.
Or may be
You smile because you want
Walk around my words
And leave our frights alone.
May be you smile because I crumble.
Or may be your eyes bright because the door…
Is open.
May be this time will be the one
To kiss your lips and love
Like never have been (done) before.
So no more words!
No more words!
Just care my burning soul,
To your hands I belong.
Take my heart!
Take my love!
This night of dreams just come
While moon lights from the door
Our first walk.
Daniel Villanueva para Absentia
15/08/08
You smile because I talk
About this kind of thoughts
Behind which is my love.
Or may be
You smile because you want
Walk around my words
And leave our frights alone.
May be you smile because I crumble.
Or may be your eyes bright because the door…
Is open.
May be this time will be the one
To kiss your lips and love
Like never have been (done) before.
So no more words!
No more words!
Just care my burning soul,
To your hands I belong.
Take my heart!
Take my love!
This night of dreams just come
While moon lights from the door
Our first walk.
Daniel Villanueva para Absentia
15/08/08
lunes, 4 de agosto de 2008
El Creador de Sueños (Capítulo 12) Acto II: Canto de una Noche de Ensueño
Así las luces de la biblioteca se tornaron oscuridad para dar paso al nuevo decorado: un telón de fondo cubrió presto las ilustres estanterías, transformando el selecto escenario en un lúgubre salón de palacio ¿No asoma tras ese arco un pálido bosque infestado de gusanos?
A toda prisa, un corro de bailarinas acudieron danzando a recoger los papiros y tazas de café de la mesa, mientras la orquesta seguía sonando. Allá en el frontal izquierdo del escenario persistía impune, abandonada y álgida la batuta del Creador de Sueños, agitando el aire al igual que en los violines los arcos. Detrás, la mesa antes cubierta de plumas gastadas y libros, poco a poco iba rebosando de exquisitos manjares que más de uno en el público habría deseado dar un mordisco. La música sonaba cada vez más tétrica y suntuosa... el señor de aquella estancia pronto aparecería con su nueva adquisición en prosa. Todos aplaudieron la llegada de la Muerte y el Destino, expectantes de todo cuanto acontecería en aquella sala oscura y tenebrosa...
Impertérritos, ambos accedieron a la mesa festejando la mesa cual célebre gaudeamus, mientras nuevamente una sombra se deslizó entre los arcos, situándose tras el dueño del palacio de la negra rosa.
“– Tomad y comed todos de él, porque éste es el banquete final que será entregado cual cebo para los gusanos – exclamó el Creador de Sueños tras la muerte ensimismado – ¿Qué se les dará de comer una vez no quede vida en el árbol? Mas dirás que tu buen saber harán imposible la consumación de lo más sagrado ¡Oh, muerte, que podas las ramas más desgastadas paso a paso! Que inspeccionas la vida bajo la voluntad del propio árbol ¿No te extraña que ésta se encuentre hoy día junto a ti sentado? ¿A qué gusano entregarás la propia voluntad del árbol? Demos gracias que vos soñáis, pese a ignorar todos este dato.
Mas ahora decid ¿Qué es lo que más teme el jardinero más retratado? ¿Cuál es el pavor que puede amedrentar incluso a aquel que muerte es, y por consiguiente no puede ser asesinado? ¿Acaso no existe el miedo en vuestra concepción? Tal vez hablar de pavor en usted sea en vano, mas sí existe cierto clamor teñido de insano: es la consecuencia de vuestra ausencia de poder... lo sabes, y te está torturando – proseguía el Creador de Sueños alrededor de la Muerte murmurando – Jardinero eres... así los dioses te han nombrado; así ellos se deleitan con tu eterno y yermo trabajo; con el lánguido ir y venir por los bosques caminando, segando por orden cada uno de los caprichosos encargos – incluso el público se estremeció en sus asientos al ver a la Muerte agitarse con gestos tan malsanos – ¿La recuerdas? ¿Cómo olvidar sus ojos claros en la oscuridad avanzando? ¿Cómo deshacer en la mente horas y horas por el espejo de la vida mirando sus largos cabellos dorados? Sus gestos; sus manos ¿Cómo prescindir de aquella flor que nunca marchitó y que siempre amamos? – Incluso el Destino tembló al observar a su compañero en negros pensamientos ensimismado ¿Qué oscuras nuevas o recuerdos por su mente estarían navegando? – Largo tiempo ha que ejerciste de barquero pese a la negativa de recogerla; largo tiempo ha que deseaste aprovechar la corriente del río para secuestrar su alma, bajo el irascible asombro de los que nunca te pagaron con lo merecido.”
– ¿Qué ocurre?– preguntó asustado el Destino, observando al anfitrión estremecerse, derramando una copa de vino.
“–¿Por qué esperar al cantar de los gusanos, indicando que el alma de la que se deleitarán bien se ha cebado? ¿Acaso aún respetas quien el final de aquella bella historia había concluido y firmado? ¡Arrójalo a ese pastizal infecto, y yo mismo extraeré de las inmundas fauces de Hades tu tesoro más preciado! ¡Hazme disfrutar con el extinguir de su carne, y yo te recompensaré bien con la visión de aquella que siempre has amado! Porque yo soy el Creador de Sueños; porque yo soy capaz de hacer realidad lo que ésta no dispone en sus manos.”
Finalmente las palabras se hicieron hechos. Gritos de asombro, extenuados gemidos y aplausos anegaron de sensaciones el final de aquel acto enmascarado. Nuevamente la magia del teatro hizo imaginar al público un mar de gusanos reclamando la sustanciosa luz del destino. Aquel acto casi había concluido: presta acudió la Muerte para danzar con aquella que hacía milenios no había visto, y tanto anhelado.
– “Danza sin parar mi amigo – exclamó el Creador de Sueños desde el negro bosque, ocultando ciertas ramas a los ojos de la Muerte, de Dios, del Destino y de los gusanos – Sin duda el amor es una gran excusa para bailar, pues danzar significa rondar lo que más deseamos. Vivos o muertos, todos bailamos: unos con el amor y otros alrededor de un largo camino esperado o inesperado... parte Andréi en busca de un reino que jamás ha conocido ¿Será capaz de frenarle el Destino? ¿Quién sabe? Mas que sepa él que sin duda es mi protegido.
¡Todos danzamos alrededor de un sino! Lástima me dan aquellos que dicen llamarse dioses, que danzan en solitario por y para ser vistos ¡Soñad en vuestro mundo ególatra de opulencia sin sentido! Tal vez un día despertéis danzando solos... y sin amigos.”
Finalmente aquel mar de ilusión desapareció, dejando libre el escenario de toda decoración, estando únicamente presente la orquesta y el Creador bajo los coros del público enloquecido. Un mar de aplausos y rosas inundó por última vez aquel salón, cuyo telón iba poco a poco cerrándose al igual que la garganta del único quien en toda la obra no había aplaudido.
– No tema usted, don Piotr – dijo inesperadamente el Creador de Sueños situado esta vez al lado del padre de su protegido – bien sabe que he vuelto. Ahora bien: no toque a su hijo.
Daniel Villanueva
A toda prisa, un corro de bailarinas acudieron danzando a recoger los papiros y tazas de café de la mesa, mientras la orquesta seguía sonando. Allá en el frontal izquierdo del escenario persistía impune, abandonada y álgida la batuta del Creador de Sueños, agitando el aire al igual que en los violines los arcos. Detrás, la mesa antes cubierta de plumas gastadas y libros, poco a poco iba rebosando de exquisitos manjares que más de uno en el público habría deseado dar un mordisco. La música sonaba cada vez más tétrica y suntuosa... el señor de aquella estancia pronto aparecería con su nueva adquisición en prosa. Todos aplaudieron la llegada de la Muerte y el Destino, expectantes de todo cuanto acontecería en aquella sala oscura y tenebrosa...
Impertérritos, ambos accedieron a la mesa festejando la mesa cual célebre gaudeamus, mientras nuevamente una sombra se deslizó entre los arcos, situándose tras el dueño del palacio de la negra rosa.
“– Tomad y comed todos de él, porque éste es el banquete final que será entregado cual cebo para los gusanos – exclamó el Creador de Sueños tras la muerte ensimismado – ¿Qué se les dará de comer una vez no quede vida en el árbol? Mas dirás que tu buen saber harán imposible la consumación de lo más sagrado ¡Oh, muerte, que podas las ramas más desgastadas paso a paso! Que inspeccionas la vida bajo la voluntad del propio árbol ¿No te extraña que ésta se encuentre hoy día junto a ti sentado? ¿A qué gusano entregarás la propia voluntad del árbol? Demos gracias que vos soñáis, pese a ignorar todos este dato.
Mas ahora decid ¿Qué es lo que más teme el jardinero más retratado? ¿Cuál es el pavor que puede amedrentar incluso a aquel que muerte es, y por consiguiente no puede ser asesinado? ¿Acaso no existe el miedo en vuestra concepción? Tal vez hablar de pavor en usted sea en vano, mas sí existe cierto clamor teñido de insano: es la consecuencia de vuestra ausencia de poder... lo sabes, y te está torturando – proseguía el Creador de Sueños alrededor de la Muerte murmurando – Jardinero eres... así los dioses te han nombrado; así ellos se deleitan con tu eterno y yermo trabajo; con el lánguido ir y venir por los bosques caminando, segando por orden cada uno de los caprichosos encargos – incluso el público se estremeció en sus asientos al ver a la Muerte agitarse con gestos tan malsanos – ¿La recuerdas? ¿Cómo olvidar sus ojos claros en la oscuridad avanzando? ¿Cómo deshacer en la mente horas y horas por el espejo de la vida mirando sus largos cabellos dorados? Sus gestos; sus manos ¿Cómo prescindir de aquella flor que nunca marchitó y que siempre amamos? – Incluso el Destino tembló al observar a su compañero en negros pensamientos ensimismado ¿Qué oscuras nuevas o recuerdos por su mente estarían navegando? – Largo tiempo ha que ejerciste de barquero pese a la negativa de recogerla; largo tiempo ha que deseaste aprovechar la corriente del río para secuestrar su alma, bajo el irascible asombro de los que nunca te pagaron con lo merecido.”
– ¿Qué ocurre?– preguntó asustado el Destino, observando al anfitrión estremecerse, derramando una copa de vino.
“–¿Por qué esperar al cantar de los gusanos, indicando que el alma de la que se deleitarán bien se ha cebado? ¿Acaso aún respetas quien el final de aquella bella historia había concluido y firmado? ¡Arrójalo a ese pastizal infecto, y yo mismo extraeré de las inmundas fauces de Hades tu tesoro más preciado! ¡Hazme disfrutar con el extinguir de su carne, y yo te recompensaré bien con la visión de aquella que siempre has amado! Porque yo soy el Creador de Sueños; porque yo soy capaz de hacer realidad lo que ésta no dispone en sus manos.”
Finalmente las palabras se hicieron hechos. Gritos de asombro, extenuados gemidos y aplausos anegaron de sensaciones el final de aquel acto enmascarado. Nuevamente la magia del teatro hizo imaginar al público un mar de gusanos reclamando la sustanciosa luz del destino. Aquel acto casi había concluido: presta acudió la Muerte para danzar con aquella que hacía milenios no había visto, y tanto anhelado.
– “Danza sin parar mi amigo – exclamó el Creador de Sueños desde el negro bosque, ocultando ciertas ramas a los ojos de la Muerte, de Dios, del Destino y de los gusanos – Sin duda el amor es una gran excusa para bailar, pues danzar significa rondar lo que más deseamos. Vivos o muertos, todos bailamos: unos con el amor y otros alrededor de un largo camino esperado o inesperado... parte Andréi en busca de un reino que jamás ha conocido ¿Será capaz de frenarle el Destino? ¿Quién sabe? Mas que sepa él que sin duda es mi protegido.
¡Todos danzamos alrededor de un sino! Lástima me dan aquellos que dicen llamarse dioses, que danzan en solitario por y para ser vistos ¡Soñad en vuestro mundo ególatra de opulencia sin sentido! Tal vez un día despertéis danzando solos... y sin amigos.”
Finalmente aquel mar de ilusión desapareció, dejando libre el escenario de toda decoración, estando únicamente presente la orquesta y el Creador bajo los coros del público enloquecido. Un mar de aplausos y rosas inundó por última vez aquel salón, cuyo telón iba poco a poco cerrándose al igual que la garganta del único quien en toda la obra no había aplaudido.
– No tema usted, don Piotr – dijo inesperadamente el Creador de Sueños situado esta vez al lado del padre de su protegido – bien sabe que he vuelto. Ahora bien: no toque a su hijo.
Daniel Villanueva
martes, 29 de julio de 2008
Cerca o Lejos
Cual joven águila hoy levantas por primera vez vuelo:
No es suelo lo que pisas,
Sino al fin el cielo.
Despliega bien las alas
Pues largo es el camino intermedio;
Deleita tus ojos al contemplar a aquella a quien amas,
Mas recuerda el camino ancestro.
Un día jugamos saltando en el patio de recreo;
Otro alzamos profundas melodías en noches de concierto.
¿Qué podría decir a aquel quien me ha brindado mañanas de risas
y prolongadas tardes de aliento?
¿Qué podría regalar a un hermano sin sangre y amigo eterno?
Sólo una frase me basta para ello:
Perpetuos amigos por siempre seremos...
Estés cerca, o estés lejos.
Daniel Villanueva
28/07/08
A un viejo y gran amigo.
No es suelo lo que pisas,
Sino al fin el cielo.
Despliega bien las alas
Pues largo es el camino intermedio;
Deleita tus ojos al contemplar a aquella a quien amas,
Mas recuerda el camino ancestro.
Un día jugamos saltando en el patio de recreo;
Otro alzamos profundas melodías en noches de concierto.
¿Qué podría decir a aquel quien me ha brindado mañanas de risas
y prolongadas tardes de aliento?
¿Qué podría regalar a un hermano sin sangre y amigo eterno?
Sólo una frase me basta para ello:
Perpetuos amigos por siempre seremos...
Estés cerca, o estés lejos.
Daniel Villanueva
28/07/08
A un viejo y gran amigo.
lunes, 21 de julio de 2008
El Creador de Sueños (Capítulo 11) Acto I: Canto de una Noche de Ensueño
Sin duda el público esperaba ansioso la llegada de aquella noche ¿qué tendría preparado el maestro de la batuta de los sueños?
Los candiles principales del teatro habían sido apagados, mas sólo quedaban por ahogar los más pequeños, situados en las columnas laterales del patio de butacas, y en algún que otro palco. Esta vez la sala había registrado un lleno absoluto, más a falta de quince minuto para el inicio de la obra, no quedaba ningún asiento por ocupar. El aforo casi parecía contener un nervioso silencio, al contrario que las típicas noches de comedia donde todo eran gritos y desarreglo ¿Qué contenía aquella obra que inquietaba a todos ellos?
Sin más, finalmente de entre las sombras del telón cerrado surgió el Creador de Sueños, dispuesto a inaugurar la función. Mas ¿por qué la orquesta permanecía en el foso, si aquel evento figuraba como un concierto? A toda prisa el encargado de luces procedió a encender el foco que iluminaba al maestro, para a continuación apagar lo más rápido posible las velas del patio de butacas que quedaban vigentes.
¿Qué había de extraño en el Creador de Sueños? ¿Serían sus atuendos? Esta vez su abrigo no parecía ser una capa, sino una larga chaqueta que cuarenta centímetros se distanciaba del suelo. Sus cabellos, largos y húmedos, por primera vez pendían sueltos, creando entre las damas cierto desconcierto: “bien sabía que tenía el pelo largo, mas ¿éste llegaba tan lejos? Creía que el maestro era mas viejo ¿Parece ahora tan joven y apuesto? Hoy parece estar muy serio ¿Qué clase de obra habrá compuesto?” Largo tiempo duraron los comentarios mientras aún permanecía callado y estático el Creador de Sueños.
Finalmente un reloj de salón situado al final del patio de butacas, marcó sonoramente las diez de la noche, dando paso a los primeros gestos y movimientos del director de orquesta, y creador de sueños. Un largo y emocionado aplauso logró al fin ahogar los suaves comentarios del público, el cual bien se hallaba dispuesto para disfrutar de aquella función, que aún sin estrenar había ocasionado tanto revuelo.
Como si de un mago se tratase, el maestro comenzó a alzar teatralmente sus brazos, haciendo brotar de su mano derecha una esfera luminosa que poco a poco iba aumentando en intensidad. También la orquesta se sumó a aquel singular evento, alzando por vez primera la magia de sus instrumentos, cada vez más altivos conforme aumentaba la luz de la esfera del Creador de Sueños. Muchos de aquellos asistentes ya habían asistido a aquel clásico número en el que el maestro hacia estallar dicha pompa lumínica, mostrando así por vez primera la batuta que guiaría el concierto; mas no obstante aquella vez la luz trajo consigo mucho más de lo que habían imaginado damas y caballeros: cientos de inocentes chispas brotaron de la cúpula del teatro al son de una orquesta que tras el fulgor en número había crecido. Violines, violas, violonchelos, contrabajos, flautas, trompetas y trombones casi parecían haberse reproducido, invadiendo al completo el foso, el frontal visible del escenario, e incluso entre el público los pasillos. Lo único habitual aquella vez era la batuta, que sabiamente estaba instruyendo a la sinfónica durante la ejecución de la melodía de comienzo. Nadie había contemplado jamás aquello... tan siquiera los más asiduos al teatro ni los más viejos.
El público ardía de pasión sumido en un álgido trance, mas aún el telón no había sido abierto. Los compases de la primera pieza poco a poco tornaron a su fin con un “molto allegro”, mas finalmente un tañido de campana hizo proceder a la apertura de telón, mientras la sinfónica aguardaba en silencio.
El escenario recordaba a una lujosa biblioteca, más sentado en una mesa repleta de papiros escribía sin cesar un señor quien respondía por Destino. Harían falta más que enormes piscinas para albergar la tinta depositada sobre aquella asombrosa concentración de escritos apilados en volúmenes, todos ellos forjados con el único puño de un ser tildado de inhumano. Siempre se le había acusado de ordenado, mas ésta vez brillaba en él una extraña agitación. En la mesa de la habitación bullía el caos, cual erupción magmática en una cumbre nevada, donde además de enormes tomos escritos amontonados unos encima de otros, asomaban sobre ellos gran cantidad de tazas de té y café con el fin de mantenerse el Destino despierto ¿Qué es lo que él tanto temía? Bien lo sabía el Creador de Sueños...
Con decisión, finalmente éste último comenzó a ordenar con su batuta el inicio de la segunda pieza, suave y lenta como una nana de medianoche que apenas se dejaba escuchar. Para asombro del público, tras cuatro movimientos de brazo, la batuta fue abandonada por el Creador, quedando suspendida en el aire y agitándose al son del tempo, como si un fantasma la sujetase con su espectral mano. Sus pasos fueron decididos y claros: el Destino pronto recibiría la influencia del Creador de Sueños; éste ya no era en apariencia el director, sino el principal actor... aquel que paso a paso iba colocándose invisible a la vista del ensimismado literato que escribía sin disposición.
“– ¡Miren cómo custodia indeleble la vida de millones de hombres! – pronunció el Creador de Sueños con sorna mientras se dirigía verbalmente con vigor al público, a las espaldas del Destino – Dime ¿Qué es lo que más temes? ¿Acaso el té no hace efecto? – prosiguió ésta vez hablando al Destino, cuyas fuerzas poco a poco iban mermando, quedando dormido – Duerme y deja fluir libre la tinta en tus escritos, pues todos anhelan plasmar sus propias líneas. Duerme y sueña... pues la sentencia no me veta ese privilegio; pues mis actos por ese basto mar navegan.”
Asombro y desconcierto inundaron la maleable muchedumbre del público al contemplar aquel arte de brujería: cual extirpador de almas, o cual célebre ilusionista, el alma del Destino había sido arrancada de su cuerpo, dejando visible en el escenario su espectro ante la estupefacta algarabía. Confuso y ansioso por aunar materia y alma, éste miró a todos lados, mas su búsqueda fue en vano... apenas pasos atrás residía su cuerpo inerte en espera del retorno astral del verdadero amo; el alma en el mundo de los sueños había sido atrapada cual prisionero, siendo el turno del Creador para dirigir sus versos.
“– No temas a la muerte, pues inmortal es el camino; no temas a los sueños, pues ellos te conducirán a él mismo – prosiguió el Creador de Sueños sobre el alma girando – Dime ¿Cuál es la debilidad de aquel que presume ser autor de todos los libros?
Mil batallas relatasteis;
Mil amores has encendido;
¿Cuánta felicidad abarcasteis?
¿Cuántos nacimientos has descrito?
¡Cuan bello sería escribir un libro sin muerte ni sangre!
Mas ¿cómo describir lo que en vida jamás has sentido?
¿Acaso el Destino cruzó el divino umbral de la vida?
¡Jamás!
Nunca has sido mortal;
La sangre en ti jamás ha fluido...
He ahí al ser que jamás ha escrito su propio libro;
He ahí al esclavo de la tinta...
¡Sueña esta noche en el mundo de los vivos!”
Distribuido en los palcos, el coro inició su canto cual orden angelical al son de la danza del Destino, quien bailaba sin cesar. Cada movimiento describió su ontogenia, incluido el nacimiento... al fin éste creyó poder escribir su propio destino; al fin descubrió el amor y el sueño eterno, llegando a viejo tras ser niño.
“– Larga sea esta noche en la que la realidad sea doblegada por los sueños – pronunció bien alto el Creador de Sueños, casi al concluir la danza de su compañero – Su libro ya ha sido escrito – Dijo el Creador, obteniendo la autobiografía que inconscientemente el Destino había escrito – Venga pues el jardinero – Todos comprendieron al instante quién aguardaba tras aquel oscuro manto negro. Silencioso, fugaz e inicuo, con presteza segó la luz del espectro que reposaba en el escenario muerto – Déjeme guardar su tomo en la estantería – concluyó el Creador, escondiendo hábilmente otros papiros entre las páginas de aquel libro, a las sombras del sueño.”
La segunda pieza había concluido... menester era perseguir al jardinero.
Daniel Villanueva
Los candiles principales del teatro habían sido apagados, mas sólo quedaban por ahogar los más pequeños, situados en las columnas laterales del patio de butacas, y en algún que otro palco. Esta vez la sala había registrado un lleno absoluto, más a falta de quince minuto para el inicio de la obra, no quedaba ningún asiento por ocupar. El aforo casi parecía contener un nervioso silencio, al contrario que las típicas noches de comedia donde todo eran gritos y desarreglo ¿Qué contenía aquella obra que inquietaba a todos ellos?
Sin más, finalmente de entre las sombras del telón cerrado surgió el Creador de Sueños, dispuesto a inaugurar la función. Mas ¿por qué la orquesta permanecía en el foso, si aquel evento figuraba como un concierto? A toda prisa el encargado de luces procedió a encender el foco que iluminaba al maestro, para a continuación apagar lo más rápido posible las velas del patio de butacas que quedaban vigentes.
¿Qué había de extraño en el Creador de Sueños? ¿Serían sus atuendos? Esta vez su abrigo no parecía ser una capa, sino una larga chaqueta que cuarenta centímetros se distanciaba del suelo. Sus cabellos, largos y húmedos, por primera vez pendían sueltos, creando entre las damas cierto desconcierto: “bien sabía que tenía el pelo largo, mas ¿éste llegaba tan lejos? Creía que el maestro era mas viejo ¿Parece ahora tan joven y apuesto? Hoy parece estar muy serio ¿Qué clase de obra habrá compuesto?” Largo tiempo duraron los comentarios mientras aún permanecía callado y estático el Creador de Sueños.
Finalmente un reloj de salón situado al final del patio de butacas, marcó sonoramente las diez de la noche, dando paso a los primeros gestos y movimientos del director de orquesta, y creador de sueños. Un largo y emocionado aplauso logró al fin ahogar los suaves comentarios del público, el cual bien se hallaba dispuesto para disfrutar de aquella función, que aún sin estrenar había ocasionado tanto revuelo.
Como si de un mago se tratase, el maestro comenzó a alzar teatralmente sus brazos, haciendo brotar de su mano derecha una esfera luminosa que poco a poco iba aumentando en intensidad. También la orquesta se sumó a aquel singular evento, alzando por vez primera la magia de sus instrumentos, cada vez más altivos conforme aumentaba la luz de la esfera del Creador de Sueños. Muchos de aquellos asistentes ya habían asistido a aquel clásico número en el que el maestro hacia estallar dicha pompa lumínica, mostrando así por vez primera la batuta que guiaría el concierto; mas no obstante aquella vez la luz trajo consigo mucho más de lo que habían imaginado damas y caballeros: cientos de inocentes chispas brotaron de la cúpula del teatro al son de una orquesta que tras el fulgor en número había crecido. Violines, violas, violonchelos, contrabajos, flautas, trompetas y trombones casi parecían haberse reproducido, invadiendo al completo el foso, el frontal visible del escenario, e incluso entre el público los pasillos. Lo único habitual aquella vez era la batuta, que sabiamente estaba instruyendo a la sinfónica durante la ejecución de la melodía de comienzo. Nadie había contemplado jamás aquello... tan siquiera los más asiduos al teatro ni los más viejos.
El público ardía de pasión sumido en un álgido trance, mas aún el telón no había sido abierto. Los compases de la primera pieza poco a poco tornaron a su fin con un “molto allegro”, mas finalmente un tañido de campana hizo proceder a la apertura de telón, mientras la sinfónica aguardaba en silencio.
El escenario recordaba a una lujosa biblioteca, más sentado en una mesa repleta de papiros escribía sin cesar un señor quien respondía por Destino. Harían falta más que enormes piscinas para albergar la tinta depositada sobre aquella asombrosa concentración de escritos apilados en volúmenes, todos ellos forjados con el único puño de un ser tildado de inhumano. Siempre se le había acusado de ordenado, mas ésta vez brillaba en él una extraña agitación. En la mesa de la habitación bullía el caos, cual erupción magmática en una cumbre nevada, donde además de enormes tomos escritos amontonados unos encima de otros, asomaban sobre ellos gran cantidad de tazas de té y café con el fin de mantenerse el Destino despierto ¿Qué es lo que él tanto temía? Bien lo sabía el Creador de Sueños...
Con decisión, finalmente éste último comenzó a ordenar con su batuta el inicio de la segunda pieza, suave y lenta como una nana de medianoche que apenas se dejaba escuchar. Para asombro del público, tras cuatro movimientos de brazo, la batuta fue abandonada por el Creador, quedando suspendida en el aire y agitándose al son del tempo, como si un fantasma la sujetase con su espectral mano. Sus pasos fueron decididos y claros: el Destino pronto recibiría la influencia del Creador de Sueños; éste ya no era en apariencia el director, sino el principal actor... aquel que paso a paso iba colocándose invisible a la vista del ensimismado literato que escribía sin disposición.
“– ¡Miren cómo custodia indeleble la vida de millones de hombres! – pronunció el Creador de Sueños con sorna mientras se dirigía verbalmente con vigor al público, a las espaldas del Destino – Dime ¿Qué es lo que más temes? ¿Acaso el té no hace efecto? – prosiguió ésta vez hablando al Destino, cuyas fuerzas poco a poco iban mermando, quedando dormido – Duerme y deja fluir libre la tinta en tus escritos, pues todos anhelan plasmar sus propias líneas. Duerme y sueña... pues la sentencia no me veta ese privilegio; pues mis actos por ese basto mar navegan.”
Asombro y desconcierto inundaron la maleable muchedumbre del público al contemplar aquel arte de brujería: cual extirpador de almas, o cual célebre ilusionista, el alma del Destino había sido arrancada de su cuerpo, dejando visible en el escenario su espectro ante la estupefacta algarabía. Confuso y ansioso por aunar materia y alma, éste miró a todos lados, mas su búsqueda fue en vano... apenas pasos atrás residía su cuerpo inerte en espera del retorno astral del verdadero amo; el alma en el mundo de los sueños había sido atrapada cual prisionero, siendo el turno del Creador para dirigir sus versos.
“– No temas a la muerte, pues inmortal es el camino; no temas a los sueños, pues ellos te conducirán a él mismo – prosiguió el Creador de Sueños sobre el alma girando – Dime ¿Cuál es la debilidad de aquel que presume ser autor de todos los libros?
Mil batallas relatasteis;
Mil amores has encendido;
¿Cuánta felicidad abarcasteis?
¿Cuántos nacimientos has descrito?
¡Cuan bello sería escribir un libro sin muerte ni sangre!
Mas ¿cómo describir lo que en vida jamás has sentido?
¿Acaso el Destino cruzó el divino umbral de la vida?
¡Jamás!
Nunca has sido mortal;
La sangre en ti jamás ha fluido...
He ahí al ser que jamás ha escrito su propio libro;
He ahí al esclavo de la tinta...
¡Sueña esta noche en el mundo de los vivos!”
Distribuido en los palcos, el coro inició su canto cual orden angelical al son de la danza del Destino, quien bailaba sin cesar. Cada movimiento describió su ontogenia, incluido el nacimiento... al fin éste creyó poder escribir su propio destino; al fin descubrió el amor y el sueño eterno, llegando a viejo tras ser niño.
“– Larga sea esta noche en la que la realidad sea doblegada por los sueños – pronunció bien alto el Creador de Sueños, casi al concluir la danza de su compañero – Su libro ya ha sido escrito – Dijo el Creador, obteniendo la autobiografía que inconscientemente el Destino había escrito – Venga pues el jardinero – Todos comprendieron al instante quién aguardaba tras aquel oscuro manto negro. Silencioso, fugaz e inicuo, con presteza segó la luz del espectro que reposaba en el escenario muerto – Déjeme guardar su tomo en la estantería – concluyó el Creador, escondiendo hábilmente otros papiros entre las páginas de aquel libro, a las sombras del sueño.”
La segunda pieza había concluido... menester era perseguir al jardinero.
Daniel Villanueva
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