Cuánto tiempo de aquellos días de lluvia,
ahora tan lejanos; de aquellas miríadas de gotas de agua emergentes,
procedentes del cielo infinito; de aquellos cuerpos dibujados con color
celeste, los cuales de lo extraordinario habían sido testigos. “Unos segundos de vida para verte; una
eternidad de éstas tras mi, con el cielo que porfía; un lugar donde yacer y ser
otro ente… y un rostro frente a un mercader, previo a su partida.”
Todos recuerdan solemnes aquel año de cielos
grises y de corazón viviente; de un descubrimiento entre miles y de una
primavera ferviente. Mas ay, que nadie quiso una eterna primavera: de tercera
persona a segunda, y tras mirar a través del espejo… también la primera. Quiso
el verano arrasar con su fuego los pastos; quiso el invierno congelar los
rosales de las macetas; quiso el viento despetalarnos; quiso la tierra ser
yerma.
Hoy aquella calle, testigo del primer
encuentro, parece aún más sombría en este similar inicio de primavera. Llueve,
mas el agua es fría; cae sobre los oxidados bastidores de la tienda… mas no hay
nadie quien la proteja. No llegará ningún coche; no volverá el tiempo que era.
Daniel Villanueva
03/03/13 – 06/03/13
1 comentario:
Triste y precioso..
Un beso, Dani
Publicar un comentario