(I)
Era una cálida tarde
a la lumbre
Refulgiendo aún el
Sol a hora temprana.
Los lirios aún
resplandecían azules
Y el azahar inundaba
las grises ventanas.
¿Cómo si no, no iba a
pasear este hombre,
Quien bien pronto
partió en la mañana,
Rindiendo homenaje a
tan florido paisaje
Y vistiendo con sus
mejores galas?
Había pues concluido
su travesía
Cual crío o adulto,
Cuando férreo o
marmóreo su andar detuvo,
Allá donde sus pasos
partían.
- ¿Quién es esa bella
dama
Que reposa en mi
balconada
A la sombra del
jazmín tupido?
¿Alguien ofreció la
llave de buena gana
Mas siempre
embelesada
Su posición se tornó
olvido? -
Aquella dona quedó
perpleja y patidifusa,
Mas como haría
cualquier musa,
Tan pronto como pudo
ser vista… desapareció.
(II)
Luna lejana, cual
alta cumbre
Allá en el horizonte;
reflejada en la ventana
Estrellas blancas o
rojizas, y otras… azules
Y una mirada fijada
en la ventana.
¿Por qué las cortinas
te cubren,
Mas si así no lo
fuera, sería una sábana?
¿No sería mejor en
ellas adentrarme
Y desvestirte con mis
garras?
Había alimentado ella
su fantasía,
Fiera y adulta,
Cuando, de su voz
obtuvo
El canto que sus
sueños merecían
- ¿Qué es de esa
cantata
Bajo la balconada
Donde el césped por
el jazmín es florido?
¿Alguien
verdaderamente ama
Mas siempre
embelesada
Lo bello se
transformó en quejido?
El don quedó perplejo
y patidifuso
Mas como cualquier
recién despertado su malestar expuso,
Expulsando a la gata,
quien huyó.
(III)
Era una fría mañana
de pesadumbre
Naciendo el Sol
frente a la ventana
Fue entonces cuando
recordó aquellos ojos azules;
Su blanco pelaje; sus
zarpas…
- ¿Qué habrá sido de
tan hermosa gata?
¿Vendrá esta noche?
¿Podré acariciarla?
Daniel Villanueva
22/01/13 – 25/01/13
Oda a una gata.
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